martes, 27 de marzo de 2012

Posturas Kamasutra: El árbol prohibido


¿Quién no ha soñado nunca con comer el fruto del árbol prohibido? Si uno de los dos puede hacer el pino, ofrecerá a su pareja una posición inédita para probar el fruto secreto.

El árbol prohibido
Por ejemplo, el hombre hace el pino, apoyado en su cabeza y las manos, las piernas al aire. La mujer se arrodilla frente a él, su cara está a la buena altura. Con sus manos o enlazando el cuerpo del hombre, le ayuda mantener el equilibrio. Desde luego, la posición es perfectamente reversible, la mujer haciendo el pino y el hombre de rodillas. Y muchos hombres adoran la ofrenda en este sentido, para sumergir la cabeza en lo que van a probar como uno se sumerge en el mar.
Esta posición ofrece lo mejor a los que les gusta intercambiar el placer. En cuanto a los que prefieren un gozo simultáneo, pueden introducir una variante para no quedarse frustrados. Basta con que el hombre, cabeza abajo, apoye su cuerpo contra un muro, de las nalgas a los pies. Sus hombros y la parte superior de la espalda están sobre el suelo, y la cabeza bastante adelantada para estar bajo el sexo de la mujer en cuclillas. El abrazo le pegará contra la pared.
Esta posición no tiene como único interés hacer un 69 más complicado. Las tensiones musculares que entraña, así como las situaciones y las dilataciones que crea, aumentan notablemente la excitación y el goce conseguidos.

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Posturas Kamasutra: La posición del Pilón


La posición del mazo es complicada de cumplir para el hombre, pero da al encuentro sexual mucha más creatividad. Algo mágico que suena como el ritmo regular del pilón y el mortero, una técnica tan antigua como el Kama Sutra y sus prácticas sexuales milenarias.
La posición del pilón
El uso del pilón y el mortero se remonta al principio de la historia humana, y consiste en machacar cualquier substancia. La posición sexual del mismo nombre tiene la brutalidad de este movimiento del pilón, pero la postura sexual es mucho más suave.
Para satisfacer a su pareja, el hombre tiene que adoptar la postura de un galán, una rodilla sobre la cama, la otra plegada. Se acerca a la mujer, que espera frente a él, echada sobre la espalda y con las piernas abiertas. Así el hombre le declara su pasión ardiente, y la mujer coloca una mano al borde de la cama y la otra sobre una de sus piernas. Facilitará de gran manera la penetración para el pretendiente, obligado a quedarse en una postura poco cómoda durante el encuentro sexual.
Las opciones de placer son múltiples. Sobre un montón de cojines y almohadas, la mujer apretará las piernas mientras que el hombre deja las suyas abiertas: las sensaciones están multiplicadas por la estrechez del sexo femenino.
El hombre se las arreglará para dar golpes en el centro del mortero, ya sea grande o pequeño. Cuando lo consigue, da al encuentro sexual un aspecto casi ceremonial. 

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¿Cuántos orgasmos has sentido en un acto sexual?