La posición del mazo es complicada de cumplir para el hombre, pero da al encuentro sexual mucha más creatividad. Algo mágico que suena como el ritmo regular del pilón y el mortero, una técnica tan antigua como el Kama Sutra y sus prácticas sexuales milenarias.
El uso del pilón y el mortero se remonta al principio de la historia humana, y consiste en machacar cualquier substancia. La posición sexual del mismo nombre tiene la brutalidad de este movimiento del pilón, pero la postura sexual es mucho más suave.
Para satisfacer a su pareja, el hombre tiene que adoptar la postura de un galán, una rodilla sobre la cama, la otra plegada. Se acerca a la mujer, que espera frente a él, echada sobre la espalda y con las piernas abiertas. Así el hombre le declara su pasión ardiente, y la mujer coloca una mano al borde de la cama y la otra sobre una de sus piernas. Facilitará de gran manera la penetración para el pretendiente, obligado a quedarse en una postura poco cómoda durante el encuentro sexual.
Las opciones de placer son múltiples. Sobre un montón de cojines y almohadas, la mujer apretará las piernas mientras que el hombre deja las suyas abiertas: las sensaciones están multiplicadas por la estrechez del sexo femenino.
El hombre se las arreglará para dar golpes en el centro del mortero, ya sea grande o pequeño. Cuando lo consigue, da al encuentro sexual un aspecto casi ceremonial.
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