martes, 31 de enero de 2012

Posturas kamasutra: La Acrobática



No apta para cuerpos entumecidos, esta posición puede parecer incómoda, pero si la flexibilidad lo permite puede resultar muy excitante. El se acuesta relajado y erecto. Ella se coloca de espaldas a él, se hace penetrar, flexiona sus rodillas y se inclina hacia atrás, lentamente para que el pene no se salga de la vagina. Para activar el movimiento necesario para el coito, ella debe levantar su vientre y relajarlo sobre el de su compañero. El tiene fácil acceso al clítoris y los pechos de su compañera. Ella no puede estar más cargada de ocupaciones, con lo cual no tiene más que relajar el resto del cuerpo hasta acabar más cansada que nunca, lo que hace más excitante el orgasmo. Según el Kama Sutra muchas de estas posiciones están tomadas del hatha yoga, por lo cual pueden resultar difíciles para los no iniciados.


Posturas Kamasutra: Escaleras

"Kama Sutra" Posición Sexual (El yunque)

Posturas kamasutra: Aperitivo Sabrosón

Posturas kamasutra: El Lazo de la Pasión

Posturas kamasutra: Agárrame Fuerte

Posturas kamasutra: Columpio

Posturas kamasutra: No Te Vayas

Posturas Kamasutra: Boogie

Posturas kamasutra: La Animadora

Posturas kamasutra: realidad virtual

Posturas Kamasutra: Unión de la abeja

Posturas Kamasutra: el barco

Posturas kamasutra: Molinillo

Posturas kamasutra: el candado

Posturas Kamasutra:"Espalda Recta"

Posturas Kamasutra: el revolcón

Posturas kamasutra: ¡A galope!

Posturas kamasutra: La Catapulta

Elevar las caderas, en el caso de las mujeres, es una valiosa fuente de placer, ya que pone en contacto con el cuerpo del hombre áreas de su cuerpo que, en posiciones más tradicionales, no se tocan. En este caso, el hombre se arrodilla y recibe la vagina de su compañera dejando que ella apoye los glúteos en sus muslos. La mujer puede extender sus piernas en el torso del varón o flexionarlas apoyando las plantas de los pies en su pecho. El hombre tiene fácil llegada al clítoris, por lo que puede estimular la zona con las manos y mirar la vagina en primer plano. El ritmo lo marcan juntos, acorde al deseo de ambos y a la flexibilidad de la mujer.

¡¡¡KAMASUTRA!!! El Arte de hacer el Amor

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Posturas kamasutra: Aperitivo Sabrosón

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Posturas Kamasutra: el revolcón

Posturas kamasutra: ¡A galope!

Chicas anoten: Errores sexuales que hay que evitar con su pareja


 En temas amorosos, siempre tenemos algo nuevo que aprender, que descubrir. Aunque también encontramos obstáculos, errores, dificultades que hay que evitar. Algunos de estos los conoces de memoria. Es normal, en general las mujeres somos sensibles y percibimos las cosas, las intuimos, incluso antes de que sucedan.
Sin embargo, descubrirás algunos errores que hay que evitar, errores que no conocías para nada. Este conocimiento te puede ayudar a salvar una relación. Ya que en muchas ocasiones, el detalle más insignificante puede acabar rompiendo una bonita historia.Para amarle mejor y hacer duradera una relación, te presentamos lo que no hay que hacer..


No criticar su físico.
Parecería agresivo, ya que no elegimos, tenemos que aceptarlo. Cada uno debe aceptarse tal como es y si tu pareja empieza a juzgarte, en lugar de conseguir que te sientas a gusto y cómoda contigo misma en un momento de intimidad, te pondrías a la defensiva. Esta actitud resulta nefasta para el amor.
 No criticar su sexo
Es una zona muy sensible, difícil de comparar con el de los demás. Siempre hay que ser muy delicada con esta parte de su cuerpo. Muchos hombres tienen miedo de que no sea lo suficientemente grande, largo, gordo, bonito… para proporcionar placer a su compañera. Por lo que no añadas leña al fuego, ya resulta suficientemente difícil para ellos.
 Si su erección no es perfecta
No empieces a dudar de ti. ¡No es culpa tuya! Si está ahí, contigo, es porque le gustas. Pero, al hacer el amor, está emocionado, puede que demasiado, y puede suceder que la erección no se produzca instantáneamente o incluso, puede que se bloquee. Esto quiere decir que es muy sensible, simplemente; Por lo que, trata de ser tierna, amante, comprensiva y no crítica.
Evita hablarle de tu impresionante experiencia sexual.
Podría asustarle tener frente a él a toda una experta sexual. En ningún caso le va a tranquilizar, sino todo lo contrario, ya que temerá no poder estar a la altura de las circunstancias. Tampoco trates de hacerte pasar por una debutante. Lo ideal es ser discreta con tu pasado. Sin duda, es la actitud más elegante que se puede adoptar.
 No seas demasiado pasiva
Muchas mujeres tienen tendencia a pensar que es el hombre el que tiene que hacer todo en la cama. Sin embargo, esta creencia es un gran error. A pesar de que al hombre le guste actuar, también le gusta recibir. Si siempre hacemos lo mismo, acabaremos cansándonos, al margen de que se sea un hombre o una mujer. Por lo que aprende a dar y a recibir. Es la mejor manera de que los dos miembros de la pareja disfruten en la intimidad.
 No lo trates como a un esclavo
Comunicar sobre la sexualidad está bien, incluso es indispensable. Pero tratarlo como si estuviera a tu servicio, es pasarse. Lo único que conseguirías es hacerle olvidar toda la poesía del acto amoroso y dejarle con la ganas. Para los hombres, hacer el amor no es tan sólo un acto técnico.
No te sigas moviendo después de la eyaculación
Cuando se dispone a eyacular, su glande se vuelve hipersensible; Por lo que lo mejor es no seguir moviéndose? Aprende a permanecer inmóvil, te lo agradecerá enormemente. No siempre es fácil de comprender para una mujer, ya que nosotras no funcionamos de la misma manera.
No seas brusca con su glande
Es el lugar más sensible de su cuerpo, sobre todo durante la erección. Y es muy frágil. Controla la fuerza de tu entusiasmo y de tus caricias. Si realmente quieres procurarle más placer, piensa en utilizar aceite o gel, para que el contacto sea aún más sensual. Pero sin brusquedad.

Posturas kamasutra: Aperitivo Sabrosón

El hombre está sentado en el suelo o en la cama, con una pierna estirada y la otra ligeramente doblada para mantener el equilibrio. La mujer se monta a horcajadas, apoyándose en su pareja. 

El hombre la mantiene fuertemente por la espalda para asegurar una penetración profunda. Ella adapta el movimiento para procurar un mayor placer. En esta posición puede estimular los senos mediante besos y mordisqueos. 




Posturas Kamasutra: Escaleras

Posturas kamasutra: El Lazo de la Pasión

Posturas kamasutra: Agárrame Fuerte

Posturas kamasutra: Columpio

Posturas kamasutra: No Te Vayas

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Posturas Kamasutra: el barco

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Posturas kamasutra: ¡A galope!



Posturas kamasutra: La Cascada



El hombre se encuentra tumbado sobre la espalda. Ella se tumba, también de espaldas, sobre él apoyándose en los codos, con las piernas dobladas y sus pies sobre las rodillas de él. El hombre la penetra animándola a un movimiento de vaivén y sujetándola por la cintura.
Esta posición puede ser una fase intermedia que continúa al darse la mujer la vuelta. 




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Posturas kamasutra: Tortilla Francesa



El hombre se encuentra sentado, apoyándose sobre la mano derecha, con las piernas estiradas. 
La mujer se coloca de espaldas a horcajadas. Ella se encuentra arrodillada, apoyada en los brazos y llevando el ritmo del movimiento. El hombre puede con su mano izquierda acariciarle los senos y la espalda. 




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Posturas kamasutra: No Te Vayas




El hombre acostado de lado. La mujer de costado contra él, la cabeza baja, estrechando la pelvis de él entre sus muslos. 
La mujer frota su pecho contra los muslos del hombre.
Esta postura es muy excitante para el hombre por el ángulo de visión y le permite, durante la penetración, acariciar las nalgas de su pareja, e introducir los dedos en su ano, zona extremadamente erógena.



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Posturas kamasutra: El Cartero


La mujer está tumbada sobre la espalda, las nalgas en el borde de la cama. El hombre se encuentra arrodillado en el suelo sobre unos almohadones o de pie y la penetra acariciándole los senos y el clítoris. 
Esta posición puede hacerse también sin el movimiento de vaivén, la mujer atrae hacia ella a su pareja, envolviéndole con sus piernas entrelazadas. 
Posición muy excitante: ella siente las pulsaciones del pelvis y él las contracciones de la vagina.

Respuesta Sexual humana

Introducción

Tanto el hombre como la mujer, pasan por distintas etapas durante su respuesta sexual, etapas éstas en les que se producirán una serie de cambios fisológicos y emocionales.
Desde el punto de vista físico, estos se pueden clasificar en función de si son cambios genitales o extragenitales, es decir, del resto del cuerpo.
Los cambios o respuestas más psicológicas, son más difíciles de clasificar en tanto que son vividas de forma personal por cada ser humano en base a sus experiencias, vivencias y aprendizajes a lo largo de la vida.
Curiosamente y muy al contrario de lo que se piensa tanto en el hombre como en la mujer, ambas respuestas se parecen, compartiendo más semejanzas que diferencias.
La respuesta sexual humana se podría dividir, para ser estudiada con más facilidad, en tres o cuatro fases dependiendo de los autores. La clasificación más conocida es la realizada por Master & Jonhson, que diferencian:
  1. Fase de excitación
  2. Fase de meseta.
  3. Fase de orgasmo.
  4. Fase de resolución.
La principal diferencia entre la respuesta sexual femenina y la masculina es que en la primera, la fase de meseta o mantenimiento de la excitación es más larga y duradera, de forma que el acercamiento al orgasmo se da más lenta y paulatinamente.
Por otro lado, una vez que se llega a la fase más avanzada de la excitación o lo que para otros sería la primera fase del orgasmo, es importante que no se detenga la estimulación si se pretende llegar al orgasmo.
En el caso de la respuesta sexual masculina, una vez que se alcanza un determinado punto de excitación, conocido como el momento de eyaculación inminente, no hay vuelta atrás y aún en el caso de detenerse la estimulación, el paso al orgasmo acompañado de la eyaculación es inevitable

Respuesta genital masculina

Durante la fase de excitación, se da la erección, respuesta refleja que consiste en un aumento de volumen y tensión del pene debido a una mayor afluencia sanguínea en la zona. Así, mientras que en estado de reposo la sangre entra por las arterias y continúa su flujo por la salida venosa en el pene, durante la excitación esta salida se cierra de forma que la sangre se retiene en los genitales.
Cuando la salida venosa de abre, con la relajación muscular que prosigue al orgasmo, se vuelve al estado de reposo o detumescencia del pene desapareciendo la erección.
Durante esta fase, además se tensa el escroto, los testículos ascienden y aumentan algo de volumen debido a la congestión.
Es también en un momento más avanzado de esta etapa cuando las glándulas de Cowper segregan el denominado líquido preseminal, cuya función es la de limpiar el conducto urinario de restos de semen y orina, por donde posteriormente se expulsará el semen durante la eyaculación. También responde a una función lubricante.
Aún cuando la cantidad segregada es de apenas unas gotas, este líquido contiene espermatozoides que aún en bajas concentraciones, no descarta un posible embarazo.
La fase de meseta consistirá en el mantenimiento de la excitación, y por lo tanto de la obtención de la tensión sexual necesaria para llegar al orgasmo manteniéndose las reacciones antes descritas.
Posteriormente se dará la fase del orgasmo, durante la cual habrá eyaculación aunque no necesariamente ambas respuestas van juntas.
La eyaculación consiste en la expulsión del semen por la uretra, gracias a las contracciones pélvicas que se suceden durante el orgasmo.
El orgasmo, tanto en el hombre como en la mujer, es la descarga mediante una serie de contracciones más o menos regulares, de la tensión o acumulación sanguínea alcanzada durante la excitación y meseta. Esta respuesta va acompañada de una sensación física de placer intenso, vivida psicológicamente de forma distinta por cada persona.
El semen está compuesto por espermatozoides que se forman en los testículos y del conjunto de líquidos segregados por las glándulas anejas (próstata, vesiculas seminales y glándulas de Cowper).
Los espermatozoides, una vez producidos por los testículos gracias a la acción de las hormonas sexuales masculinas (andrógenos y testosterona), ascienden al epidídimo donde terminan de formarse. De ahí prosiguen su camino hacia el conducto deferente, haciendo parada en la vesículas seminales y posteriormente en la próstata, donde se mezclarán con líquidos lubricantes y con los nutrientes necesarios para su supervivencia, finalizando este recorrido con la eyaculación.
Por último, durante la fase de resolución, con la relajación o detumescencia del pene, descenderá la erección paulatinamente. Tras esta fase, no podrá haber erección durtante un tiempo, que variará en función de la edad y las características físicas del varón. Pasado este tiempo puede volver a haber erección acompañada nuevamente de orgasmo aunque la eyaculación será menos abundante o inexistente.

Respuesta genital femenina

Durante la fase de excitación en la mujer, van a darse también una serie de cambios, si bien no tán evidentes como en el hombre, no dejan de ser notables.
Una de las primeras manifestaciones de la excitación es la lubricación vaginal que aparece aproximadamente a los treinta segundos de la estimulación sexual. Esta lubricación consiste en un transudado de las paredes de la vagina que hará más fácil la penetración en caso de darse.
De nuevo como ocurría en la respuesta genital masculina, la acumulación de riego sanguíneo en la zona de los genitales, provoca además de la lubricación, la hinchazón o tumefacción del clítoris, junto a la dilatación y el engrosamiento de las paredes de la vagina.
Estas respuestas se acompañan de una elevación y expansión del útero a la vez que los labios mayores se aíslan y elevan apartándose de la entrada de la vagina.
Durante la fase de meseta o mantenimiento de la excitación, se da lo que se conoce como la retracción del clítoris, que se debe realmente a la hinchazón del capuchón del clítoris y de los labios menores más que un retroceso real de éste. Mientra tanto se produce también la secreción mucosa de las glándulas de Bartholino.
Si la estimulación es contínua y persistente, se acumulará la tensión genital provocada por el aflujo de sangre durante la excitación, dándose la descarga en que consiste el orgasmo acomapañada de una serie de contracciones que la facilitan.
Éstas se producen tanto en las paredes de la vagina como en el útero y músculos pélvicos ya desde la fase más avanzada de la excitación, dándose con más intensidad y en menor intervalo de tiempo durante el orgasmo.
En la mujer, se conocen varios tipos de orgasmo:
  1. Orgasmo vaginal.
  2. Orgasmo clitoral.
  3. Orgasmo mixto.
El primero consiste en realidad en una estimulación indirecta del clítoris, por lo que se conoce como el mecanismo prepucial – glandal que se debe al roce durante los movimientos de la penetración de los extremos de los labios menores y del capuchón del clítoris sobre éste. Por otro lado, la vagina carece de terminaciones nerviosas y por lo tanto de sensibilidad, excepto en el primer tercio a continuación de la entrada de la vagina.
El orgasmo clitoral responde a una estimulación directa del clítoris, mientras que el mixto se conoce como el resultante de la estimulación vaginal y del clítoris.
No obstante, no se puede hablar de un orgasmo vaginal como tal, por la influencia indirecta de la estimulación del clítoris.

Respuesta extragenital

 Respuesta masculina     
  • Erección de los pezones.      
  • Rubor sexual.      
  • Tensión y contracciones musculares.      
  • Aumento de la tasa respiratoria.      
  • Aumento de la presión sanguínea.      
  • Contracciones en el esfinter del recto.      
 Respuesta feminina 
Aumento de los pechos por vasocongestión y erección de los pezones.
Rubor sexual (sobre todo en la piel del pecho y vientre).
Tensión y contracciones musculares.
Aumento de la tasa respiratoria
Aumento de la presión sanguínea.
Contracciones en el esfinter del recto.

Evolución de la sexualidad

Introducción

La OMS define la salud como “el bienestar físico, psíquico y social”, de manera que ya no se trata de curar o eliminar el dolor, sino de fomentar un bienestar, una calidad de vida, en los tres niveles básicos que constituyen al ser humano.
Con la entrada de la llamada revolución sexual de los 60, comienza a tenerse en cuenta la importancia de la sexualidad dentro de la salud, de manera que el vivir una sexualidad satisfactoria se considera un punto necesario para llegar a ese concepto de salud como bienestar.

Evolución de la sexualidad

La sexualidad es una dimensión, un valor, que en el momento que constituye al ser humano, evoluciona y se desarrolla en los distintos momentos de la vida del ser sexuado. No es un algo estático o un añadido que como se suele creer culmina en la adolescencia para ir descendiendo hasta su desaparición en la vejez.
Expresiones como “viejo verde” o “a mi edad ya no pienso en esas cosas”, así como la creencia de que en la infancia no existe sexualidad, son muestras más que suficientes para entender como se niega esta en distintas etapas de la vida. De forma indirecta se niega entonces su condición de proceso, en continuo devenir, constitutivo del ser humano.
Veamos entonces como evoluciona la sexualidad a lo largo de la vida del individuo.

La infancia

Durante la infancia la sexualidad está poco definida si se compara con la del adulto. Las sensaciones en los primeros años de vida no tienen una connotación estrictamente sexual y genital, percibiéndose de forma más ambigua y dispersa.
La sexualidad en esta etapa destaca por tratarse de una percepción sensoromotora, en la que durante los primeros meses de vida se dan respuestas de placer/displacer, que se manifiestan a través de la risa o el llanto, garantizando su supervivencia en una fase de mayor fragilidad, emprendida para el aprendizaje.
Otra fuente que garantiza la supervivencia es la aparición de la figura de apego, los padres y/o personas con las que mantiene un mayor contacto, serán parte imprescindible de su salud física y psíquica.
El apoyo incondicional de la o las figuras de apego, será determinante en el desarrollo de la afectividad del niño a lo largo de su vida. Bajo su tutela el niño recibirá la estimulación necesaria para el aprendizaje, recibirá el afecto necesario para adquirir la confianza de ser querido y valorado, además de poder explorar su entorno sin demasiados riesgos.
De esta manera se dará su desarrollo social, bajo la influencia de unas bases sólidas y sanas, a través de las cuales adquirirá las herramientas para establecer una comunicación con los demás, primero de forma íntima, en la relación con sus padres, con un contacto más corporal y gestual, tocando, acariciando, siendo abrazado..., y posteriormente con un lenguaje, a través del cual empezará a conocer y asumir las normas sociales de una forma más directa.
Déficits en estas primeras relaciones afectivas traen consigo déficits en la sexualidad durante la vida adulta.

La adolescencia

Con la llegada de la pubertad, en torno a los 10-13 años, caracterizada por todos esos cambios corporales en el que se da un desarrollo físico patente, comienza la adolescencia como ese proceso del desarrollo, además de corporal, endocrino, psicológico y social.
Esta etapa llena de cambios será causa de inestabilidad e incertidumbre, por lo que la redefinición de la identidad sexual, como parte de la personalidad será imprescindible.
Por otro lado comenzarán a darse los primeros enamoramientos y relaciones sexuales por lo que las dudas acompañadas por lo general de una pobre educación sexual, despertarán su curiosidad y necesidad de encontrar información.
Información que en ocasiones encuentran en los distintos medios de comunicación y que no siempre son fuente fiable, sino más bien insuficiente y tendente a una genitalización de la sexualidad.

Desarrollo corporal durante la adolescencia

Se da en esta fase un despertar de las hormonas sexuales que dará lugar al desarrollo y crecimiento corporal. La aparición progresiva de los caracteres sexuales secundarios y la maduración de los órganos genitales, gracias al efecto de estas hormonas marcarán también las diferencias entre ambos sexos.
El inicio de la pubertad en las chicas se establece en torno a los 10 años y medio, mientras que en los chicos, un poco más tardía se ubica hacia los 11 años y medio.
Al llegar a estas edades el hipotálamo, que es una parte de nuestro cerebro, avisa a la hipófisis, una glándula situada debajo del hipotálamo, de que es el momento de segregar las gonadotropinas: la hormona luteinizante (LH) y la hormona folículo estimulante (FSH).
Estas hormonas favorecerán la maduración de las gónadas masculinas y femeninas, testículos y ovarios respectivamente, regulándolas para la fabricación de las hormonas sexuales: testosterona en el caso de los chicos y estrógenos en el caso de las chicas.
Son estos aumentos hormonales los que darán lugar a la aparición de los caracteres secundarios:
  • En la mujer: aparición de vello en el pubis y las axilas, aumento de los pechos y ensanchamiento de las caderas.
  • En el hombre: desarrollo de la musculatura, vello en cara y cuerpo, cambio en la voz, que pasará a ser más grave.
Por otro lado estas hormonas sexuales también van a ser causantes del crecimiento corporal y de los genitales, además de la aparición de los ciclos reproductores, dándose la primera menstruación o regla (menarquia) en las chicas, y la primera eyaculación en los chicos.

Desarrollo psicológico durante la adolescencia

Este cambio psicológico se hace más notable en el desarrollo intelectual. El adolescente adquiere una forma de pensamiento más profundo, el hipotético deductivo, mediante el cual será capaz de formular hipótesis y extraer conclusiones. Este asombroso desarrollo del pensamiento le confiará la capacidad para cuestionar lo que le rodea, reflexionar diferenciar y lanzar críticas, siendo posiblemente este aspecto el que medie la aparición de esa “rebeldía” tan conocida en la adolescencia.
Los roles masculino y femenino, ya asumidos durante la infancia, se filtrarán en este momento, intelectualizándose, de manera que se sabrá con claridad que “las cosas que hacen los chicos y las cosas que hacen las chicas”, son intercambiables y no es responden a una norma rígida.
Aún así curiosamente se cierran más en el grupo de su propio sexo, lo que fácilmente pudiera ser una reacción normal ante la necesidad de reafirmar su identidad sexual en un momento de cambios, inseguridades e incertidumbre.
A lo largo del tiempo esta actitud se irá flexibilizando, dándose los grupos mixtos.

Desarrollo social durante la adolescencia

Los padres dejarán durante la adolescencia de tener la importancia vital que tenían durante la infancia. Es ahora la pandilla o grupo de amigos el entorno en el que el adolescente va a buscar desenvolverse, como paso mas de esa construcción más autónoma de su personalidad.
En esta etapa jugará un papel importante el tema de la presión de grupo, que sometida a las diferentes modas, ya sea de conducta, vestir o aspecto físico, etc, muy visibles en los medios de comunicación como la televisión, con series y anuncios, las revistas dirigidas a este grupo de edad (sobre todo a las chicas), influirá notablemente al adolescente, que en mitad del camino de asentamiento de una personalidad más definida, no contará, por lo general, con los recursos suficientes o habilidades sociales para mostrar una actitud asertiva y de sinceridad con su propio deseo.
Por otro lado la sobre-estimulación sexual que se da en estos medios, no va acompaña de una información adecuada, sino más bien pobre y distorsionada, de manera que las relaciones sexuales además de ser más precoces conllevan un mayor riesgo de embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual.
En todo esto es destacable la presión que el modelo de belleza en alza puede ocasionar en esta etapa, en la que los cambios corporales suscitan la incertidumbre y los complejos.
Será importante por tanto hacerles ver que ante los cambios corporales ningún cuerpo se desarrolla a la vez, sino que cada uno empieza en su momento. Es muy común encontrar preocupación por desarrollarse demasiado tarde o demasiado temprano, por lo que deben entender que cada persona tiene un ritmo de desarrollo, sin que signifique ser más hombre o más mujer el desarrollarse antes o después.
Otro punto a tener en cuenta es el de la orientación del deseo. No se sabe con claridad cuáles son las variables que llevan a una persona a orientar su sexualidad como heterosexual o como homosexual y es mucho el desconocimiento que existe en torno e este tema.
Precisamente por los prejuicios que aún enmarcan la homosexualidad, el adolescente en un momento dado se plantea su orientación sexual con cierto temor. Es una época la adolescencia en la que el deseo sexual se está descubriendo y además parece estar en su punto álgido o de mayor deseo. Por otro lado al estar confinándose una identidad sexual, es fácil en esta etapa confundir deseo con afectividad y viceversa.
Decíamos al principio que comienzan a darse los primeros enamoramientos, surgiendo nuevos matices y sentimientos en torno a la sexualidad.
Es curioso como en muchas ocasiones, y sobre todo las chicas, se tiende a establecer una relación de pareja en la que el resto del entorno se da de lado, como los amigos, hobies, tiempo de ocio, privacidad... Al surgir el enamoramiento, a menudo, la otra persona se convierte en lo único e insustituible, se olvida lo que tiempo antes constituyó la vida de la persona.
Esto suele acarrear en el momento en que la relación de pareja termina, depresiones y problemas de autoestima más o menos importantes.
Es importante que caigan en la cuenta de la importancia del respeto, del espacio del otro como ser independiente a uno mismo, de
manera que la pareja se constituya de una forma más rica y menos susceptible a la rutina y los celos.

La etapa adulta

 A lo largo de esta etapa se dan cambios también importantes, que se van a concretar mayormente en el ámbito social.
Se establece la pareja, llegan los hijos y además se entra en el terreno laboral. Estos junto a otros cambios físicos y psicológicos darán lugar de nuevo a una redefinición de la identidad sexual.
Hombre y mujer, dentro de esta etapa fundamentalmente social, acentúan sus roles.
La relación de pareja se estabiliza, garantizando a su vez el mantenimiento de los hijos.
Según algunos estudios (Reedy, Birren y Schaie, 1981), con el paso de los años la actividad sexual disminuye progresivamente con los años, pasando a ser el afecto, la comunicación, la estabilidad emocional y la fidelidad aspectos más valorados.
A medida que la mujer, entre los 45-50 años, se acerca al climaterio, fase en la que los ciclos se van haciendo más cortos e irregulares hasta que desaparecen con la llegada de la menopausia o última regla, se da un importante cambio hormonal que afectará tanto física como psicológicamente.
En el caso del hombre, también los cambios biológicos influirán sobre su sexualidad, siendo la erección cada vez más débil.
En ambos casos suele darse una crisis en la identidad sexual que necesitará de un reajuste y redefinición. Se tenderá a flexibilizar los roles sexuales, dejando de ser tan importante lo que se considera como únicamente masculino o femenino.
También el envejecimiento del cuerpo influirá psicológicamente, ante la necesidad de asumir una nueva imagen, que poco a poco se va alejando del modelo de belleza.
Los hijos, por otra parte, se independizan, el mundo laboral va quedando atrás, a la vez que los logros profesionales le llevan a sentirse o no autorrealizada.
El cómo todos estos aspectos se vayan solucionando, determinara la forma de vivir la sexualidad de la persona.

A partir de los 65 años

A lo largo de esta etapa se dan cambios también importantes, que se van a concretar mayormente en el ámbito social.
Se establece la pareja, llegan los hijos y además se entra en el terreno laboral. Estos junto a otros cambios físicos y psicológicos darán lugar de nuevo a una redefinición de la identidad sexual.
Hombre y mujer, dentro de esta etapa fundamentalmente social, acentúan sus roles.
La relación de pareja se estabiliza, garantizando a su vez el mantenimiento de los hijos.
Según algunos estudios (Reedy, Birren y Schaie, 1981), con el paso de los años la actividad sexual disminuye progresivamente con los años, pasando a ser el afecto, la comunicación, la estabilidad emocional y la fidelidad aspectos más valorados.
A medida que la mujer, entre los 45-50 años, se acerca al climaterio, fase en la que los ciclos se van haciendo más cortos e irregulares hasta que desaparecen con la llegada de la menopausia o última regla, se da un importante cambio hormonal que afectará tanto física como psicológicamente.
En el caso del hombre, también los cambios biológicos influirán sobre su sexualidad, siendo la erección cada vez más débil.
En ambos casos suele darse una crisis en la identidad sexual que necesitará de un reajuste y redefinición. Se tenderá a flexibilizar los roles sexuales, dejando de ser tan importante lo que se considera como únicamente masculino o femenino.
También el envejecimiento del cuerpo influirá psicológicamente, ante la necesidad de asumir una nueva imagen, que poco a poco se va alejando del modelo de belleza.
Los hijos, por otra parte, se independizan, el mundo laboral va quedando atrás, a la vez que los logros profesionales le llevan a sentirse o no autorrealizada.
El cómo todos estos aspectos se vayan solucionando, determinara la forma de vivir la sexualidad de la persona.

¿Cuántos orgasmos has sentido en un acto sexual?