domingo, 25 de marzo de 2012

Posturas Kamasutra: Los chimpancés


La postura de los chimpancés es seguramente, con la de la carretilla, una de las más difíciles del Kamasutra. Da la posibilidad de probar la destreza y la valentía de los amantes. Volver al estado de primate es para todo el mundo. Tampoco el placer resultante.
Los chimpancés
El Kamasutra es conocido en todo el mundo, debido especialmente a su inventiva. Es el caso de esta postura de los monos, tan difícil como placentera para los amantes.
Para empezar, es difícil imaginar cómo llegar a esta posición. El hombre se tumba de espaldas y eleva las piernas hacia su pecho, separándolas. Con su mano, coloca el pene apuntando hacia arriba. Mientras lo mantiene recto, guía las caderas de la mujer, haciendo que descienda hasta su miembro. Ella le da la espalda, y sin ver nada, debe conseguir ser penetrada.
Por otro lado, la mujer debe concentrarse en mantener su equilibrio en cuclillas, como un pequeño mono. La primera tentativa quizás no sea exitosa y deberá intentarlo varias veces hasta conseguirlo. Sujetando a su amante, el hombre da ritmo a la penetración y elige la cadencia. También puede dar pequeños impulsos de cadera para profundizar el acto. Ella acaricia el perineo del hombre, una zona muy erógena e incluso puede aventurarse a penetrar el ano con su dedo.
Se puede variar el placer, pero con dificultad: la mujer puede moverse de arriba abajo mientras que su compañero la dirige de adelante atrás, lo que supone una perfecta coordinación así como el mejor modo de compartir una experiencia deliciosa. Sin duda alguna, la posición de los chimpancés se adapta a las parejas que quieren romper la monotonía del cotidiano y eterno misionero.
Por desgracia, esta postura no se recomienda a los amateurs. Es imprescindible que ella se deje hacer y confíe ciegamente en el control manual de su amante, o de lo contrario, se cansará rápidamente. Pese a que esta posición facilita el orgasmo, los movimientos son limitados y el campo de visión casi nulo: es imposible excitar a la pareja visualmente.

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Posturas Kamasutra: El epicúreo


En la antigüedad, Epicuro recomendaba atenerse a placeres cotidianos en lugar de la riqueza decadente, la buena mesa en lugar del lujo ostentoso. ¿Y por qué no aplicar esta filosofía al sexo? El hombre disfrutará tranquilamente de su amante gracias a la postura del epicúreo. Luego deberá agradecérselo.
El epicúreo
En esta postura, casi puede uno imaginarse a un hombre con un vaso de vino en la mano, un puro en la otra, sentado cómodamente. Pero hay cosas más placenteras que desviarán su atención: su amante. Ella, juguetona y activa, pone la mecánica en marcha y se dedica en cuerpo y alma al placer de ambos.
Apoyando un brazo en la almohada, el hombre se sienta con las piernas abiertas. Ella se pone a gatas, dando la espalda. En esta postura, inicia lentamente la penetración para dejar al epicúreo el deleite de contemplar su “Venus Calipigia”.
Así el hombre aprecia y la mujer actúa. Pero él no se limita a mirar, también piensa en las mejores maneras de estimularla. Elige una parte u otra del cuerpo a acariciar. Su mano libre puede recorrer toda la distancia entre los pechos y las nalgas. Incluso puede acercarse a la zona anal y ella, sensualmente inclinada, tiene toda la libertad para elegir la cadencia y la profundidad del coito.
Por desgracia, la mujer no se podrá aprovechar de la posición del epicúreo para estimular su punto G y su clítoris. Tendrá que tocarse durante la penetración o elevar un poco sus caderas para dejarse hacer por el hombre. Al fin, el epicúreo saldrá de su trance para participar en el placer de su mujer e incrementar sus caricias sexuales.
Esta posición es difícil de practicar sobre un colchón demasiado blando. Se recomienda algo más espartano como el suelo, se adapta mejor al epicúreo, que prefiere los placeres simples de la vida. En dichas condiciones, el epicúreo se convierte en un auténtico hedonista, gozando de esta perezosa posición.

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¿Cuántos orgasmos has sentido en un acto sexual?