La mujer siente la sensación de un acto sexual único, a la par que su tierno amante la besa para demostrarle su amor. Esta postura es perfecta para parejas que necesitan reencontrarse o para mujeres que se sienten desatendidas.
Ella se tiende con las piernas abiertas y las rodillas plegadas. Él se desliza entre sus muslos y eleva sus caderas para penetrarla. Mantiene en alto la cintura de su pareja y cubre su vientre de dulces besos.
Aunque este ejercicio es un magnífico preliminar, el hombre no puede quedarse en esta posición por demasiado tiempo. Si no es muy ágil, su espalda puede bloquearse.
Ambos deben esforzarse si la mujer quiere que el hombre siga siendo su tierno amante. Al mover sus caderas, ella consigue variar la intensidad del placer y así, multiplicar las sensaciones de su compañero, porque para él, la penetración está limitada. Para que ella pueda alcanzar el orgasmo, él puede profundizar el vaivén estimulando así el punto G y el clítoris con su hueso pélvico.
Ambos deben esforzarse si la mujer quiere que el hombre siga siendo su tierno amante. Al mover sus caderas, ella consigue variar la intensidad del placer y así, multiplicar las sensaciones de su compañero, porque para él, la penetración está limitada. Para que ella pueda alcanzar el orgasmo, él puede profundizar el vaivén estimulando así el punto G y el clítoris con su hueso pélvico.
El amante tierno no sólo es cómplice de su pareja, sino que además, permite innovar a diario. El contacto físico es intenso, incluso si esta posición no permite una amplia variedad de movimientos. Esta postura es conveniente para quienes no tienen mucha flexibilidad, para personas con sobrepeso y para mujeres embarazadas. Pero cualquier pareja que desee mantener la llama de su amor la avivará con “el amante tierno”.
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