Los vibradores, esos aparatos eléctricos manuales que parece que no pasan de moda y cuyo uso se ha disparado en los últimos 50 años, son más útiles de lo que se piensa. Producen impulsos de amplitud y frecuencia variables y aumentan la excitación y la latencia del orgasmo en mujeres y hombres. Todo sin contar, que ‘estrechan los lazos’ con la pareja. Se venden por internet, en las revistas femeninas, en tiendas, en los hogares… Incluso se recomiendan en los centros sanitarios para aquellas mujeres que padecen anorgasmia, trastornos del deseo sexual o problemas secundarios a los tratamientos oncológicos.
Un gran estudio llevado a cabo con 3.800 mujeres de entre 18 y 68 años constata que mejoran la función sexual, además de promover comportamientos saludables. Debra Herbenick, del Centro de Promoción de la Salud Sexual en la Universidad de Indiana (EEUU), es la autora principal de la investigación que se publica en ‘Journal of Sexual Medicine’ .
“Las mujeres usan los dildos para la estimulación de los genitales externos e internos. Dado que su empleo está tan extendido y que algunos médicos los recomiendan es importante conocer la prevalencia de su uso así como las características asociadas a él”, introducen los investigadores en su estudio.
“Las usuarias puntuaban más elevado en excitación, orgasmo, lubricación y menos dolor, que las no que no lo eran”
‘Desgenitalización’
No solo. Como explica Francisca Molero, directora del Instituto de Sexología de Barcelona y vicepresidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS), se ha producido una auténtica evolución dentro de la sexualidad hacia un aspecto más lúdico. “En ella, los juguetes eróticos, ejercen un papel fundamental. El vibrador, uno de los juguetes sexuales más conocidos, ha contribuido a la ‘desgenitalización’ en las relaciones sexuales, ya que se suele utilizar en las relaciones compartidas no solamente como estimulador genital sino para erotizar y dar placer a todo el cuerpo”.
Para esta experta, “una de las reivindicaciones más frecuentes de las mujeres es que siempre han deseado que sus parejas no se centraran solo y exclusivamente en la zona genital, sino que se ampliara la importancia de las caricias, los besos, en definitiva la incorporación de todo el cuerpo”.
Los científicos llevaron a cabo una serie de cuestionarios con todas las participantes, en las que se trató de establecer su estado de salud general, sus comportamientos sexuales, el uso de vibrador y sus posibles efectos secundarios, y su función sexual. También se valoró su edad, si tenían hijos o estaban casadas, entre otros factores.
Los datos revelan que la mayoría (un 52%) reconoció haber usado un vibrador. “Las mujeres que habían recurrido al ‘juguete’ tenían como media un año menos que las que no los usaban”, reconoce los autores en el estudio. Otros puntos relevantes son los que hacen referencia a que el 83% lo empleaba para estimular el clítoris, mientras que el 64% lo usaba en el interior de su vagina.
Las diferencias entre las que recurrían a este ‘juguete erótico’ y las que no en el terreno de la mejor función sexual fueron claras. “Las usuarias puntuaban más elevado en excitación, orgasmo, lubricación y menos dolor, que las no que no lo eran”, determinan los investigadores, que recalcan, además, que las mujeres del grupo de usuarias tendían más a visitar al ginecólogo con regularidad y a realizarse autoexámenes de mama con más frecuencia.
Se ha producido una auténtica evolución dentro de la sexualidad hacia un aspecto más lúdico. En ella, los juguetes eróticos, ejercen un papel fundamental.
El motivo puede residir en que “estas mujeres tienen una relación más normalizada con sus genitales que parte del autoconocimiento anatómico y fisiológico, además del hecho de darme permiso ellas mismas para practicar y disfrutar del autoerotismo. Esto es un indicador de la importancia que para algunas personas tiene el hecho de disfrutar y desarrollar su propia sexualidad”, reconoce la doctora Molero.
Y todo sin apenas efectos secundarios. De hecho, la mayoría (71%) aseguró que nunca había tenido un problema con su vibrador, aunque el 16% experimentó entumecimiento de los genitales por al menos un día o más. “Los datos sugieren que bajo condiciones normales de uso, son dispositivos seguros”, agregan. Declaran, también, que “el estudio demuestra por primera vez y de forma científica que un amplio y variado grupo de mujeres emplea el dildo, lo que se relaciona con comportamientos saludables (acuden al ginecólogo y se autoexaminan las mamas), una función sexual positiva y relativamente pocos efectos secundarios”.
Romper con la rutina
Estos juguetes eróticos se utilizan de formas distintas. “Individualmente o en pareja, con lubricante o con preservativo. Aunque no se recogieron datos sobre si las mujeres los comparten con otras personas, el posible riesgo de transmisión sexual en esos casos existe, por lo que los médicos deben hablar con sus pacientes de la necesidad de emplear preservativo o de no compartirlos”, recalcan los científicos.
Los juguetes sexuales “son objetos que favorecen el juego en las relaciones sexuales, pueden aumentar la complicidad de la pareja y romper la monotonía. Son conocidos los vibradores, pero también está la amplia gama de cremas, aceites… que se utilizan para los masajes eróticos y sensuales donde se incorpora todo el cuerpo. Las texturas y los olores son estímulos que pueden favorecer el erotismo y el deseo. Sin olvidar los lubricantes de sabores, frío o calor, que pueden dar un plus de novedad a las relaciones”, apunta la directora del Instituto de Sexología de Barcelona.
Precisamente, un informe reciente de Durex sobre Bienestar y Satisfacción sexual realizado con 1.008 personas de toda España ponía de manifiesto el deseo de la población de probar nuevos artículos eróticos. Así un 23% reconoció haber usado estimuladores personales y un 33% lubricadores de forma habitual. Además la mayoría de los españoles confía en que, en los próximos 10 años, haya mayor tolerancia hacia ante las preferencias y prácticas sexuales.