martes, 31 de enero de 2012

Evolución de la sexualidad

Introducción

La OMS define la salud como “el bienestar físico, psíquico y social”, de manera que ya no se trata de curar o eliminar el dolor, sino de fomentar un bienestar, una calidad de vida, en los tres niveles básicos que constituyen al ser humano.
Con la entrada de la llamada revolución sexual de los 60, comienza a tenerse en cuenta la importancia de la sexualidad dentro de la salud, de manera que el vivir una sexualidad satisfactoria se considera un punto necesario para llegar a ese concepto de salud como bienestar.

Evolución de la sexualidad

La sexualidad es una dimensión, un valor, que en el momento que constituye al ser humano, evoluciona y se desarrolla en los distintos momentos de la vida del ser sexuado. No es un algo estático o un añadido que como se suele creer culmina en la adolescencia para ir descendiendo hasta su desaparición en la vejez.
Expresiones como “viejo verde” o “a mi edad ya no pienso en esas cosas”, así como la creencia de que en la infancia no existe sexualidad, son muestras más que suficientes para entender como se niega esta en distintas etapas de la vida. De forma indirecta se niega entonces su condición de proceso, en continuo devenir, constitutivo del ser humano.
Veamos entonces como evoluciona la sexualidad a lo largo de la vida del individuo.

La infancia

Durante la infancia la sexualidad está poco definida si se compara con la del adulto. Las sensaciones en los primeros años de vida no tienen una connotación estrictamente sexual y genital, percibiéndose de forma más ambigua y dispersa.
La sexualidad en esta etapa destaca por tratarse de una percepción sensoromotora, en la que durante los primeros meses de vida se dan respuestas de placer/displacer, que se manifiestan a través de la risa o el llanto, garantizando su supervivencia en una fase de mayor fragilidad, emprendida para el aprendizaje.
Otra fuente que garantiza la supervivencia es la aparición de la figura de apego, los padres y/o personas con las que mantiene un mayor contacto, serán parte imprescindible de su salud física y psíquica.
El apoyo incondicional de la o las figuras de apego, será determinante en el desarrollo de la afectividad del niño a lo largo de su vida. Bajo su tutela el niño recibirá la estimulación necesaria para el aprendizaje, recibirá el afecto necesario para adquirir la confianza de ser querido y valorado, además de poder explorar su entorno sin demasiados riesgos.
De esta manera se dará su desarrollo social, bajo la influencia de unas bases sólidas y sanas, a través de las cuales adquirirá las herramientas para establecer una comunicación con los demás, primero de forma íntima, en la relación con sus padres, con un contacto más corporal y gestual, tocando, acariciando, siendo abrazado..., y posteriormente con un lenguaje, a través del cual empezará a conocer y asumir las normas sociales de una forma más directa.
Déficits en estas primeras relaciones afectivas traen consigo déficits en la sexualidad durante la vida adulta.

La adolescencia

Con la llegada de la pubertad, en torno a los 10-13 años, caracterizada por todos esos cambios corporales en el que se da un desarrollo físico patente, comienza la adolescencia como ese proceso del desarrollo, además de corporal, endocrino, psicológico y social.
Esta etapa llena de cambios será causa de inestabilidad e incertidumbre, por lo que la redefinición de la identidad sexual, como parte de la personalidad será imprescindible.
Por otro lado comenzarán a darse los primeros enamoramientos y relaciones sexuales por lo que las dudas acompañadas por lo general de una pobre educación sexual, despertarán su curiosidad y necesidad de encontrar información.
Información que en ocasiones encuentran en los distintos medios de comunicación y que no siempre son fuente fiable, sino más bien insuficiente y tendente a una genitalización de la sexualidad.

Desarrollo corporal durante la adolescencia

Se da en esta fase un despertar de las hormonas sexuales que dará lugar al desarrollo y crecimiento corporal. La aparición progresiva de los caracteres sexuales secundarios y la maduración de los órganos genitales, gracias al efecto de estas hormonas marcarán también las diferencias entre ambos sexos.
El inicio de la pubertad en las chicas se establece en torno a los 10 años y medio, mientras que en los chicos, un poco más tardía se ubica hacia los 11 años y medio.
Al llegar a estas edades el hipotálamo, que es una parte de nuestro cerebro, avisa a la hipófisis, una glándula situada debajo del hipotálamo, de que es el momento de segregar las gonadotropinas: la hormona luteinizante (LH) y la hormona folículo estimulante (FSH).
Estas hormonas favorecerán la maduración de las gónadas masculinas y femeninas, testículos y ovarios respectivamente, regulándolas para la fabricación de las hormonas sexuales: testosterona en el caso de los chicos y estrógenos en el caso de las chicas.
Son estos aumentos hormonales los que darán lugar a la aparición de los caracteres secundarios:
  • En la mujer: aparición de vello en el pubis y las axilas, aumento de los pechos y ensanchamiento de las caderas.
  • En el hombre: desarrollo de la musculatura, vello en cara y cuerpo, cambio en la voz, que pasará a ser más grave.
Por otro lado estas hormonas sexuales también van a ser causantes del crecimiento corporal y de los genitales, además de la aparición de los ciclos reproductores, dándose la primera menstruación o regla (menarquia) en las chicas, y la primera eyaculación en los chicos.

Desarrollo psicológico durante la adolescencia

Este cambio psicológico se hace más notable en el desarrollo intelectual. El adolescente adquiere una forma de pensamiento más profundo, el hipotético deductivo, mediante el cual será capaz de formular hipótesis y extraer conclusiones. Este asombroso desarrollo del pensamiento le confiará la capacidad para cuestionar lo que le rodea, reflexionar diferenciar y lanzar críticas, siendo posiblemente este aspecto el que medie la aparición de esa “rebeldía” tan conocida en la adolescencia.
Los roles masculino y femenino, ya asumidos durante la infancia, se filtrarán en este momento, intelectualizándose, de manera que se sabrá con claridad que “las cosas que hacen los chicos y las cosas que hacen las chicas”, son intercambiables y no es responden a una norma rígida.
Aún así curiosamente se cierran más en el grupo de su propio sexo, lo que fácilmente pudiera ser una reacción normal ante la necesidad de reafirmar su identidad sexual en un momento de cambios, inseguridades e incertidumbre.
A lo largo del tiempo esta actitud se irá flexibilizando, dándose los grupos mixtos.

Desarrollo social durante la adolescencia

Los padres dejarán durante la adolescencia de tener la importancia vital que tenían durante la infancia. Es ahora la pandilla o grupo de amigos el entorno en el que el adolescente va a buscar desenvolverse, como paso mas de esa construcción más autónoma de su personalidad.
En esta etapa jugará un papel importante el tema de la presión de grupo, que sometida a las diferentes modas, ya sea de conducta, vestir o aspecto físico, etc, muy visibles en los medios de comunicación como la televisión, con series y anuncios, las revistas dirigidas a este grupo de edad (sobre todo a las chicas), influirá notablemente al adolescente, que en mitad del camino de asentamiento de una personalidad más definida, no contará, por lo general, con los recursos suficientes o habilidades sociales para mostrar una actitud asertiva y de sinceridad con su propio deseo.
Por otro lado la sobre-estimulación sexual que se da en estos medios, no va acompaña de una información adecuada, sino más bien pobre y distorsionada, de manera que las relaciones sexuales además de ser más precoces conllevan un mayor riesgo de embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual.
En todo esto es destacable la presión que el modelo de belleza en alza puede ocasionar en esta etapa, en la que los cambios corporales suscitan la incertidumbre y los complejos.
Será importante por tanto hacerles ver que ante los cambios corporales ningún cuerpo se desarrolla a la vez, sino que cada uno empieza en su momento. Es muy común encontrar preocupación por desarrollarse demasiado tarde o demasiado temprano, por lo que deben entender que cada persona tiene un ritmo de desarrollo, sin que signifique ser más hombre o más mujer el desarrollarse antes o después.
Otro punto a tener en cuenta es el de la orientación del deseo. No se sabe con claridad cuáles son las variables que llevan a una persona a orientar su sexualidad como heterosexual o como homosexual y es mucho el desconocimiento que existe en torno e este tema.
Precisamente por los prejuicios que aún enmarcan la homosexualidad, el adolescente en un momento dado se plantea su orientación sexual con cierto temor. Es una época la adolescencia en la que el deseo sexual se está descubriendo y además parece estar en su punto álgido o de mayor deseo. Por otro lado al estar confinándose una identidad sexual, es fácil en esta etapa confundir deseo con afectividad y viceversa.
Decíamos al principio que comienzan a darse los primeros enamoramientos, surgiendo nuevos matices y sentimientos en torno a la sexualidad.
Es curioso como en muchas ocasiones, y sobre todo las chicas, se tiende a establecer una relación de pareja en la que el resto del entorno se da de lado, como los amigos, hobies, tiempo de ocio, privacidad... Al surgir el enamoramiento, a menudo, la otra persona se convierte en lo único e insustituible, se olvida lo que tiempo antes constituyó la vida de la persona.
Esto suele acarrear en el momento en que la relación de pareja termina, depresiones y problemas de autoestima más o menos importantes.
Es importante que caigan en la cuenta de la importancia del respeto, del espacio del otro como ser independiente a uno mismo, de
manera que la pareja se constituya de una forma más rica y menos susceptible a la rutina y los celos.

La etapa adulta

 A lo largo de esta etapa se dan cambios también importantes, que se van a concretar mayormente en el ámbito social.
Se establece la pareja, llegan los hijos y además se entra en el terreno laboral. Estos junto a otros cambios físicos y psicológicos darán lugar de nuevo a una redefinición de la identidad sexual.
Hombre y mujer, dentro de esta etapa fundamentalmente social, acentúan sus roles.
La relación de pareja se estabiliza, garantizando a su vez el mantenimiento de los hijos.
Según algunos estudios (Reedy, Birren y Schaie, 1981), con el paso de los años la actividad sexual disminuye progresivamente con los años, pasando a ser el afecto, la comunicación, la estabilidad emocional y la fidelidad aspectos más valorados.
A medida que la mujer, entre los 45-50 años, se acerca al climaterio, fase en la que los ciclos se van haciendo más cortos e irregulares hasta que desaparecen con la llegada de la menopausia o última regla, se da un importante cambio hormonal que afectará tanto física como psicológicamente.
En el caso del hombre, también los cambios biológicos influirán sobre su sexualidad, siendo la erección cada vez más débil.
En ambos casos suele darse una crisis en la identidad sexual que necesitará de un reajuste y redefinición. Se tenderá a flexibilizar los roles sexuales, dejando de ser tan importante lo que se considera como únicamente masculino o femenino.
También el envejecimiento del cuerpo influirá psicológicamente, ante la necesidad de asumir una nueva imagen, que poco a poco se va alejando del modelo de belleza.
Los hijos, por otra parte, se independizan, el mundo laboral va quedando atrás, a la vez que los logros profesionales le llevan a sentirse o no autorrealizada.
El cómo todos estos aspectos se vayan solucionando, determinara la forma de vivir la sexualidad de la persona.

A partir de los 65 años

A lo largo de esta etapa se dan cambios también importantes, que se van a concretar mayormente en el ámbito social.
Se establece la pareja, llegan los hijos y además se entra en el terreno laboral. Estos junto a otros cambios físicos y psicológicos darán lugar de nuevo a una redefinición de la identidad sexual.
Hombre y mujer, dentro de esta etapa fundamentalmente social, acentúan sus roles.
La relación de pareja se estabiliza, garantizando a su vez el mantenimiento de los hijos.
Según algunos estudios (Reedy, Birren y Schaie, 1981), con el paso de los años la actividad sexual disminuye progresivamente con los años, pasando a ser el afecto, la comunicación, la estabilidad emocional y la fidelidad aspectos más valorados.
A medida que la mujer, entre los 45-50 años, se acerca al climaterio, fase en la que los ciclos se van haciendo más cortos e irregulares hasta que desaparecen con la llegada de la menopausia o última regla, se da un importante cambio hormonal que afectará tanto física como psicológicamente.
En el caso del hombre, también los cambios biológicos influirán sobre su sexualidad, siendo la erección cada vez más débil.
En ambos casos suele darse una crisis en la identidad sexual que necesitará de un reajuste y redefinición. Se tenderá a flexibilizar los roles sexuales, dejando de ser tan importante lo que se considera como únicamente masculino o femenino.
También el envejecimiento del cuerpo influirá psicológicamente, ante la necesidad de asumir una nueva imagen, que poco a poco se va alejando del modelo de belleza.
Los hijos, por otra parte, se independizan, el mundo laboral va quedando atrás, a la vez que los logros profesionales le llevan a sentirse o no autorrealizada.
El cómo todos estos aspectos se vayan solucionando, determinara la forma de vivir la sexualidad de la persona.

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