Un estudio revela que 68% de los habitantes de Nueva York escucha, con cierta periodicidad, a sus vecinos teniendo sexo. Gracias a ello se forma una especie de red social de audiovoyeur involuntario que para algunos será placentero, para otros envidiable y para muchos una molestia rutinaria.
La cotización del espacio en las grandes concentraciones urbanas provoca que la coexistencia entre desconocidos se dé a niveles suficientemente cercanos para penetrar la intimidad espacial y sonora de los demás, reseñó el portal de pijamasurf.com.
De los miles de sexoescuchas neoyorquinos solo 14% parece estar molesto con el fenómeno. Quizá la aceptación citadina de vivir en espacios reducidos y a distancias mínimas del resto tenga en Nueva York a su principal meca, una ciudad donde la intensidad urbana se vive como quizá en ningún otro lugar.
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